Los pasados días 21, 22 y 23 de marzo me fui con mi mujer a visitar Lisboa para celebrar los 21 años de casados (que cumplimos en septiembre). Fuimos en coche y nos alojamos en el Hotel Lisboa Almada. Nos ha encantado. Lisboa es uno de esos sitios en los que parece haberse detenido el tiempo. Sus calles empedradas, los puestos de castañas asadas, los tranvías...
El viernes llegamos a medio día a la ciudad, comimos en un restaurante del centro, junto a la Plaza de Pedro IV (una cerveza, 3,20 eurazos), y callejeamos un rato. Subimos al elevador de Santa Justa, paseamos por el barrio alto, bajamos hasta la Plaza del Comercio, regresamos hasta la Plaza de Figueira...
Al día siguiente planificamos una ruta, para ver lo más importante de Lisboa: la catedral, el castillo de San Jorge, el Parque de las Naciones, de ahí, viajecito hasta Belém, donde visitamos el Monasterio de los Jerónimos, vimos la famosa Torre y degustamos los deliciosos dulces de la famosa pastelería de Belém.
El domingo, antes de regresar, pasamos por Estoril y Sintra, que nos quedamos sin tiempo para verlo con la tranquilidad que se merece, por lo que nos lo apuntamos para regresar en el futuro.
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